Autoconocimiento
Los seres humanos debemos ser conscientes de que esa necesidad espiritual que habita en nuestro interior es producto de algo que va más allá, y que supera todo aquello que podamos conocer en este plano físico en el que habitamos. Es claro que muchos de nosotros, sin importar raza, creencia religiosa, profesión, status o historia familiar, sabemos que poseemos una partícula divina de Dios. Esta nos brinda la energía necesaria para ser y avanzar en el tránsito de la vida, pero la mayoría desconoce de dónde proviene esa sorprendente fuerza y dónde se «almacena».
Toda esa potencia energética de tipo magnética está bien estructurada y se condensa en nuestros siete cuerpos energéticos vitales. Cada uno cumple funciones específicas, como nuestros órganos internos a nivel biológico. Sin importar que estos cuerpos posean su propia «banda de frecuencia», estos pueden mantener su armonía, a tal nivel que jamás se distorsionan o crean alguna interrupción, fluyendo la energía entre ellos.
En esencia, los cuerpos energéticos vitales se conforman por el físico, emocional, mental, espiritual, astral, de consciencia y El Íntimo. Es imprescindible «alimentar» cada cuerpo de forma correcta para mantener nuestro equilibrio interno, pues esto nos ayudará a alinear la energía y a mantener la armonía de nuestra esencia interior. Crear este estado de equilibrio y coherencia entre los cuerpos permitirá siempre estar sanos y equilibrados en todos los niveles.
¿Dónde se encuentran estos cuerpos? y ¿Por qué no podemos verlos?
La mayoría de las personas no puede percibirlos, pero sus cuerpos se encuentran siempre conviviendo en los diferentes planos multidimensionales, los cuales se acoplan y fluyen perfectamente, sin llegar a confundirse.
Primer cuerpo: el físico
El cuerpo físico (tridimensional) se constituye por los diversos sistemas biológicos, órganos, glándulas, átomos y células que nos componen. Este cuerpo se renueva completamente cada 7 años. Todos conocemos las características que componen al cuerpo humano, pero pocos entienden las fuerzas espirituales que también participan en los cambios físicos perceptibles dentro y fuera del cuerpo.
El cuerpo físico es, simplemente, el «vehículo» de carne y hueso que conocemos. Este es el cuerpo más denso y usualmente en donde se reflejan no solo las enfermedades originadas en este plano, sino aquellas que vienen de los otros cuerpos vitales.
Segundo cuerpo: el emocional
Este cuerpo comanda muchos procesos de nuestra vida orgánica. Es el vehículo que se encarga de transmitir las emociones, deseos y pasiones más profundas que nos acompañan, y aquellas que se van desarrollando en nuestra actual reencarnación.
Este cuerpo se entrelaza con nuestro campo energético y constantemente está sujeto a diferentes cambios, dependiendo del estado de nuestra consciencia y el yugo de nuestra mente. Prácticamente, es la prolongación del cuerpo físico tridimensional, esto significa que une este plano físico con el etéreo.
Tercer cuerpo: el mental
El cuerpo mental es un guerrero incansable, atado a todas las dimensiones. Su influencia afecta a todos los cuerpos y busca entorpecer el proceso de la autorrealización, por esto es imprescindible batallar con nuestra propia mente.
Se manifiesta en nosotros por medio del órgano biológico denominado cerebro, pero no debemos confundirla con la mente “académica”, aquella del razonamiento lógico o la inteligencia, como la conocemos, sino que es un cuerpo de energía que se haya en los mundos superiores (mundo sublime de las ideas); un ejemplo fácil del uso de este cuerpo es la creatividad o la habilidad innata que tienen ciertas personas con los números.
Este cuerpo actúa como una herramienta de transmisión entre los mundos superiores y nosotros.
Cuarto cuerpo: el espiritual
El cuerpo espiritual tiene una vibración única en cada ser. Contiene las raíces, semillas y características principales del YO (nuestros egos). Este carga consigo los temibles agregados psicológicos que entorpecen la armonía de nuestra sutil y poderosa vibración espiritual. Es necesario conectar conscientemente con este cuerpo para comprender los grandes tesoros cósmicos que habitan en nosotros.
Este cuerpo se describe como «cuerpo de la voluntad», porque el propio espíritu activa, a voluntad, los engranajes energéticos que se necesitan en una situación; un ejemplo de este cuerpo es la intuición. Lo encontramos en el mundo o dimensión de los átomos causales (fuente de todo lo creado). Esta zona es más sutil que la del mundo mental.
Quinto cuerpo: el astral
El cuerpo astral (o sideral) genera la conexión con los mundos internos cada vez que dormimos. Este cuerpo se desprende de manera natural y viaja por planos multidimensionales (sueños).
Lastimosamente, no todos pueden disfrutar de forma consciente de su cuerpo astral. Muchos no entienden por qué tienen pesadillas constantemente; estas son un indicativo de que este cuerpo ha viajado a los mundos internos del bajo astral.
Es importante mencionar que con la práctica y guía adecuada, todos pueden controlar de manera voluntaria este cuerpo, mediante el uso de desdoblamientos astrales. Lo que diferencia a los sueños del desdoblamiento astral es que el primero es involuntario, mientras el segundo se realiza con un dominio en este cuerpo, se viaja a planos multidimensionales y los recuerdos son vívidos.
Sexto cuerpo (divinal): de consciencia
El cuerpo de consciencia (o búdico) es el preámbulo al cuerpo “El Íntimo”. En este podemos obtener diversos conocimientos y herramientas que seguirán fortificando nuestro proceso evolutivo, liderado por el alma. Se obtiene dicho grado cuando hemos logrado eliminar los yoes o egos que mantienen encerrada a nuestra consciencia.
Este cuerpo se ubica en el templo corazón o en las regiones divinas. Se encuentra unido a nosotros por el hilo de oro de la santísima divinidad celestial. Esto significa que se conecta de forma directa con el mundo del espíritu absoluto, el cual se rige por las 3 leyes divinas: la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo.
Es importante decir que, a diferencia de los cuerpos anteriores (que residen en nosotros), este cuerpo no se encuentra encarnado en el hombre actual; para esto toca dominar los otros cuerpos y liberarse de los egos. Para graficar esto, imagina un bombillo; este se encuentra conectado de forma constante a la energía, pero solo cuando se pasa el interruptor se enciende la luz.
Séptimo cuerpo (divinal): el Íntimo
El Íntimo ha dejado definitivamente atrás el desorden y la polvareda cósmica contenida en los demás cuerpos sutiles. Este es la expansión absoluta de la esencia del espíritu. Provee la gran realidad de la vida, ya que se nutre libremente en cada uno de sus movimientos, potenciando la conexión más directa y precisa con nuestro Padre y Madre Superior, lo que trae una felicidad sin límites.
Al igual que el cuerpo de consciencia, esta entidad solar (o iluminada) también se rije por las 3 fuerzas primarias de la naturaleza (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Habita en el mundo del espíritu absoluto, con la pequeña diferencia que solo existe en su esencia energética, dejando de lado los otros cuerpos (los ha superado, dominado y transmutado). Esto le proporciona los méritos necesarios otorgados cuando se logra el éxito en la práctica del vacío iluminador, para finalmente encontrarse delante del Padre y la Madre cósmicos en su propio Universo Divino.
De igual forma, cabe acotar que este cuerpo no está encarnado en el hombre actual. Este debe verse obligado a superar y liberarse de sus otros cuerpos para entrar en contacto o fusionarse con este.
¿Qué podemos hacer para encarnar los 2 cuerpos divinales?
Aunque suene sencillo decirlo, en la práctica, estos pasos se tornan muy densos y, en ocasiones, incomprensibles. Para encarnar los dos cuerpos divinales se requiere que:
- Elimines todos tus defectos (Yoes o elementos negativos)
- Fabricar los cuerpos solares del Ser (cuerpo de consciencia y El Íntimo)
- Eliminar los cuatro cuerpos lunares (físico, emocional, mental, espiritual). Esto significa trabajar para dominar y erradicar lo negativo.
Y ¿qué pasa con el cuerpo astral? Cuando superas los estados negativos de los cuerpos lunares, comienzas a evolucionar y a trabajar de forma consciente en el plano astral. Este cuerpo es el conector para llegar a los cuerpos divinales.